miércoles, 22 de diciembre de 2010

FORMACIÓN: PRAXSO - RIESGOS LABORALES (NOVEDAD)

La prevención de riesgos laborales es un factor que toda empresa debe tener muy en cuenta en sus políticas, independientemente de la actividad a la que se dediquen para que todos los trabajadores puedan desarrollar todas sus actividades de manera segura y adecuada y en un ambiente cuyas condiciones sean justas.
Ya que el trabajo es considerado una fuente de salud, teniendo en cuenta que a través del mismo, todas las personas perciben aspectos tanto negativos como positivos para su vida, cabe afirmar que la prevención de riesgos laborales no solo se trata de resguardar la integridad física de los trabajadores sino también la psicológica y emocional.
Un aspecto importantísimo es que cada trabajador tome conciencia que la seguridad laboral depende de él, de ahí que la formación e información sea un requisito indispensable.
Algunos cursos impartidos por nuestros profesionales:
  • Curso de Salud Laboral para trabajadores
  • Curso de condiciones de trabajo para trabajadores
  • Curso de accidentes laborales para trabajadores
  • Curso de Promoción de la salud para trabajadores
  • Curso de Mobbing para trabajadores
  • Curso de manejo manual de cargas
  • Curso de utilización de equipos de protección
  • Curso lugares de trabajo
  • Curso sobre señalización de seguridad y salud en el trabajo
....

SOLICITE MÁS INFORMACIÓN EN:
mail: info@e-praxso.es
Teléfono: 619 00 60 75

martes, 21 de diciembre de 2010

ACTIVIDAD. Escuela Canaria de Coaching

      El pasado día 16 de noviembre de 2010 tuvo lugar la inauguración y presentación de la Escuela Canaria de Coaching y el Club de Coaching. Los socios fundadores de la primera, Luis Pérez Balboa y Bruno Correa Pereira, junto a Silvia Donatiello  de RM IDEAS FACTORY, crean el segundo.

    Con otras diecinueve personas fui invitado a este acontecimiento, lo que para mí fue un privilegio pues no siempre tiene uno la oportunidad de ver nacer un proyecto de interés. Desde aquí quiero expresar mi agradecimiento y admiración a los promotores de la idea.


LA ESCUELA CANARIA DE COACHING.
    Canarias necesita, cada día más, que sus directivos, sus empresarios y sus políticos, se formen en este arte y la escuela es la primera organización que ofrece estos servicios. Por otro lado, desde la escuela, pueden incidir en las organizaciones empresariales y políticas para generar en ellas un cambio que le lleve a producir mejores resultados a través del cambio de actuación de sus componentes y equipos.

ABACO.
    El primer curso que se presenta es de Aplicaciones Básicas de Coaching (ABACO). Es una oportunidad para conocer de cerca qué es el coaching, cuáles los procesos involucrados en su aplicación, cuál el impacto y aportes al mundo empresarial y cómo afecta al desarrollo de las personas.

EL CLUB DE COACHING.
    El Club de Coaching precede a los cursos y tiene el formato de ‘café forum’.
Estos forum tendrán lugar cada dos meses y son un espacio para el debate y la reflexión. A estos encuentros está previsto invitar a personalidades de prestigio del mundo del coaching.

Para más información: www.escuelacanariadecoaching.com

jueves, 2 de diciembre de 2010

ARTÍCULO: ¿Teníamos que llegar aquí?

       Ayer cenaba con un amigo muy querido y hablábamos (cómo no) de la crisis. No me inquieta mi falta de originalidad pues el asunto no es baladí. La cuestión es que nos preguntábamos mutuamente ¿de qué es la crisis? También sin mucha originalidad nos decíamos que es una crisis de valores que se manifiesta de muchas maneras y en España, de  forma muy aguda, en el empleo y la economía.
En un momento de la conversación me dice:
    • Pero llevo oyendo que hay crisis de valores desde que recuerdo. Los “mayores” -de cada momento- siempre se han quejado de que la juventud no tiene valores, que se han perdido. 
Tengo que coincidir con él en este hecho. Al menos es también mi experiencia, así que me puse a reflexionar más a fondo y me surgen varias preguntas:
  • ¿Por qué se pierden los valores?
  • Si todos estamos de acuerdo en que son buenos, ¿Qué nos lleva a cambiarlos por defectos? (no es que me guste usar la palabra defectos. Tampoco vicios me encaja. Valores negativos... puede. Por favor use cada cual el término que guste pues, en el fondo, todos sabemos de qué hablamos).
  • ¿Qué podemos hacer para recuperar los “buenos” valores? (Un apunte: también hay quien les llama “principios”)
En primer lugar hay que decir una obviedad: sólo se pierde lo que se tiene. 
Pero los valores no forman parte de la herencia genética. Quiero decir que así como muchas cosas las traemos al nacer, lo valores (buenos o malos) son culturales, los vamos aprendiendo de todo y de todos los que nos rodean. Por eso no encontraremos con dos situaciones posibles:
  • Los que nunca los han recibido.
  • Los que habiéndolos recibido, o bien no los han “aceptado” o bien los han perdido.
En el primer caso se trata de un fallo de transmisión, luego la responsabilidad sería imputable a quienes no han dado esos valores, no en quienes no los han recibido. 
Por otra parte hay que pensar que la tarea de forjar “buenos valores”, no se acaba con la mera transmisión, hay que perseverar en la enseñanza, hay que asegurarse de que los niños y los jóvenes permanecen en ellos y en caso contrario hay que buscar las vías para que los asuman. En el segundo caso, por tanto, hay que pensar también en un fallo más próximo a los emisores que a los receptores.
Los “mayores de cada tiempo” han sido y son (somos) los auténticos responsables (si es que hubiese que buscarlos).
En segundo lugar no todos estamos de acuerdo en cuáles son los buenos valores: el perdón por ejemplo puede significar cosas muy distintas para distintas personas:
  • La expresión del poder máximo.
  • Un rasgo de nobleza de carácter.
  • La naturaleza de un espíritu elevado.
  • Un símbolo de debilidad.
Los valores cambian de una cultura a otra, de un país a otro, de un barrio a otro, de una persona a otra. No sólo eso, los valores cambian con el tiempo dentro de cada persona. Después de un accidente o enfermedad grave no es extraño oír: “ha cambiado mi escala de valores”.
Para mí la única diferencia entre unos valores y otros está en su capacidad para perjudicar al prójimo, dicho esto de forma amplia y general. Aquí podría abrirse un debate inacabable sobre dónde poner la línea entre mi derecho y el de los demás, entre mi beneficio y tu perjuicio. Pero no es el objeto de esta reflexión, por lo que dejo el tema.
Por último recuerdo la frase que citaba un amigo: ‘’Todo está en todo’’. 
Todos tenemos dentro la potencialidad de todo, sería el sentido. Somos, al nacer, hojas en blanco en las que todo puede ser escrito, y ciertamente lo es. Quiero decir que en la mayoría de las personas anidan tanto la generosidad como el egoísmo, el valor y la cobardía, lo noble y lo vil... Seguramente (y afortunadamente) muchos de nosotros nunca asesinaremos a nadie, lo que no garantiza que, pasase lo que pasase, JAMÁS lo haríamos. No quiero con esto justificar ni nada ni a nadie, únicamente expreso la necesidad de la prudencia a la hora de emitir juicios.
Vuelvo al tema de mi cena y a la queja sobre el empeoramiento de la sociedad.
Vaya por delante que este empeoramiento no es algo actual. La mitad de la humanidad vive en “crisis” desde hace décadas: guerras, hambre, enfermedades, exterminios, abusos, miseria y dolor...
Pero, ahora, una crisis mucho menos dañina que éstas, asoma a nuestra puerta y nos asusta. Yo no he mirado a esos otros pueblos que vivían en el dolor, salvo a través de la televisión o los periódicos, pero sí he contribuido de distintas maneras a que nada en su existencia cambiase.
Al contrario, he seguido viviendo una situación cómoda (en muchas ocasiones por encima de mis posibilidades económicas) sin querer siquiera pensar que no era sostenible en el tiempo, sin reflexionar sobre mi presencia en el mundo. Dormido e hipnotizado.
En los últimos decenios, en occidente, hemos experimentado un crecimiento espectacular  (cuantitativo y cualitativo) de los medios técnicos. Recuerdo la primera casa de mi barrio en la que hubo una televisión: aquello fue un acontecimiento. Muchos vecinos pasamos por allí para ver aquel aparato y las tardes que había toros, ponían la televisión en la ventana que daba a la calle y se concentraba una pequeña multitud. Recuerdo el día que mi padre tuvo el primer coche que alcanzaba unos escalofriantes ochenta kilómetros por hora. Recuerdo, mucho después, el día que tuve mi primer teléfono móvil que tenía el peso y el tamaño de medio ladrillo.
Me he confundido. He creído que ese avance tecnológico y ese aumento de cosas, han hecho de mí una persona más consciente, más inteligente, de mayor calidad humana. Un Ser mejor. Y no es verdad.
Antes de todo eso, la situación social ha experimentado cambios muy lentos a lo largo de la historia humana. En cada uno de esos cambios, los jóvenes han abanderado ciertos movimientos de rebeldía contra el sistema y poder establecidos: perdían los valores (¿?)...
Hoy, si nos quedamos -por simplificar- con lo de la pérdida de valores, los valores los hemos perdido todos.
Recuerdo ahora el comentario que sobre un hecho sencillo oí hace unos días: “Nos quejamos cuando el agua de la ducha está fría, pero no nos asombramos ni agradecemos todos los días cuando sale caliente”. Creemos que hay ciertas cosas que son un derecho y no aceptamos ni siquiera una mínima disminución en ellas. No pensamos en el esfuerzo necesario para cualquier cosa y la reclamamos porque si.
El prójimo es sólo un competidor al que, en el peor de los casos, he de igualar. Es completamente cierto: Hemos perdido nuestros valores. Cada día un poco más.
Pero también somos una especie inteligente y capaz de lo mejor en todo lo que hacemos. ¿Por qué entonces nos ocurre esto? ¿No podíamos darnos cuenta antes y corregirlo?¿Teníamos que llegar hasta aquí?
Lo cierto es que hay voces que llevan mucho tiempo (miles de años) diciendo que hay que cambiar, que las cosas no pueden ser como las estamos haciendo pero nosotros hemos seguido sin querer escuchar.
Sí, teníamos que llegar hasta aquí. Necesitábamos esta experiencia para aprender por nosotros mismos. ¿No dice el refrán que nadie escarmienta en cabeza ajena? Por algo será. 
Pero no sólo teníamos que llegar hasta aquí, si no que todavía hemos de ir más lejos. Aun nos queda aguante y fuelle para soportar más. De hecho nos hemos convertido en expertos en el autoengaño y la auto-hipnosis y tenemos todos los medios a nuestro alcance: programas vanos en televisión -cuando no aun más adormecedores-, mensajes “consumistas” sobre tipos de vida lujosos y fáciles, etc, etc.
“La luz daña al que vive en tinieblas” dice Eckhart Tolle, por eso no queremos “ver”, preferimos una oscuridad relativamente cómoda que la luz en toda su crudeza. Por eso aun hemos de ir más lejos antes de que generemos un cambio realmente significativo a escala planetaria.

miércoles, 1 de diciembre de 2010

ARTÍCULO: El Cambio y Yo.

      El día 16 de noviembre de 2010 junto a otras diecinueve personas fui invitado a la inauguración y presentación de la Escuela Canaria de Coaching y el Club de Coaching (para saber más consultar en “eventos” de la página web de PRAXSO). 
El Club de Coaching es un espacio para la reflexión y el debate, en el que los invitados pueden compartir sus ideas con un “ponente invitado” sobre el tema que éste haya expuesto.
Hoy los ponentes eran dos: Mónico Carvajal y Johanna Rodríguez. Y digo que eran dos porque, aunque la presentación la hizo Mónico, el espíritu de Johanna está siempre presente. No significa esto que Mónico no tenga criterio propio (quién lo conozca sabe que lo tiene) o que Johanna intervenga con frecuencia, si no que su presencia y sus palabras aportan una energía particular y específica, de modo que lo que uno dice, recibe un refuerzo y contrapunto desde la visión del otro. Podría decirse que es una simbiosis completa (quien lo haya experimentado sabrá a qué me refiero).
Decía que los ponentes eran dos, pero la ponencia una: Coaching, ¿Cuál es el impacto en la vida de las personas?
No tengo la capacidad de hacer una síntesis de la exposición de Mónico que sea justa con su calidad, ni que recoja todos los mensajes directos e indirectos que contenía. Por otro lado (y esto es obvio) “mi” resumen no deja de estar subjetivado por “mi” percepción, por “mi” atención y por “mi” sistema de creencias y escala de valores. Para minimizar estos, lo mejor es ser breve y simple de modo que telegráficamente diré que lo que yo extraje:
  • Muchas personas viven su vida hipnotizados (con automatismo).
  • ¿Cómo podemos liderar a otros sin tener el liderazgo de nosotros mismos?
  • Esperamos que vengan soluciones desde fuera para los problemas que tenemos dentro.
  • No solemos, queremos, sabemos, mirar dentro de nosotros.
  • El Coaching es la herramienta para favorecer y ayudar en esa mirada interna.
  • La mirada interna facilita el cambio (primero el propio, sin el cual no se puede realizar el de otros).
El cambio. Parece que hay un consenso alto respecto de que la situación que vivimos como sociedad necesita un cambio. Ahora la pregunta es ¿quién tiene que cambiar? Porque... si yo no he hecho nada para que las cosas hayan llegado a este punto, ¿Por qué debo ser yo quién cambie? 
Bueno la conclusión puede tener su lógica para algunas personas, lo que les auto-justificará para no hacer nada.
Volvemos pues a la cuestión ¿Quién tiene que cambiar? 
Una invitada de hoy citaba unas palabras de Teresa de Calcuta: “Si cada persona limpiase la entrada de su casa, la Tierra sería un lugar ideal para vivir” (no es textual pero es el mensaje que me llegó).
Reconozco que el que seis mil millones de personas decidan hacer lo mismo, hacerlo a la vez y que sea bueno y positivo es una esperanza demasiado ambiciosa para mi ambición. No estoy haciendo la menor crítica ni comentario cínico a las palabras de la Santa, al contrario, las alabo. Y alabo y envidio su fuerza y su fe para perseguir esa meta sin perder de vista lo pequeño y lo cotidiano. Además,  ciertamente tiene razón al afirmar lo que dice.
Podemos admitir entonces que el cambio de toda la humanidad sería la solución pero es, digamos que improbable que suceda espontáneamente. Por otro lado hemos dicho que han de cambiar “los otros”; los que han organizado esta crisis, de la que, insisto, soy inocente... Claro que, “los otros” de los otros, somos nosotros...
Con el objeto de desbloquear la situación voy a pedir a todos los inocentes (no responsables) de la existencia de la crisis, que acepten la posibilidad de cambiar, aunque sólo sea dentro de la hipótesis de cambio de toda la humanidad. Gracias.
Esto me permite re-formular la pregunta: Dado que todos tenemos que cambiar, ¿En qué orden hacerlo? ¿Quién debe empezar?
El argumento de la no culpabilidad no nos lleva a ningún sitio, de manera que hay que buscar otras formas de organizarnos. Se me ocurre que una sería por influencia. Cuanto mayor sea el número de personas sobre el que alguien influye, más delante le situarán en la lista del cambio.
Así unas de las personas que estarían de las primeras serían, el presidente de china, el de la india, el de los estados unidos, y con ellos los presidentes de los países por número de habitantes...
Estas personas no tienen fácil cambiar. Si no lo es para de quién nadie depende, para una persona que tiene en sus manos la posibilidad de que los intereses económicos..., perdón tengo que interrumpirme a mi mismo por que me doy cuenta de que no hemos dicho que esta crisis que sufrimos es una crisis de ...¿valores?, ¿económica? No podemos ahora abordar “a fondo” esta cuestión, pero creo que podemos poner a todos de acuerdo si decimos que es una crisis de valores que se manifiesta (además de otras maneras) económicamente.
... una persona que tiene en sus manos la posibilidad de que los intereses económicos de muchos otros puedan derivar hacia uno u otro lado, está tan sometida a presiones que, el cambio, no se permite (estoy seguro de que en la historia de la humanidad la mayoría de los presidentes de gobierno -en sus comienzos- tenían la sana voluntad de cambiarlo todo o casi todo... pero luego... a las pruebas me remito). Desde luego les vendría muy bien intentarlo.
Descartados los presidentes de gobierno (y con ellos todos los políticos por razones semejantes), hay dos colectivos que tienen también influencia en muchas personas: artistas y deportistas. Aparentemente son buenos candidatos:
  •  Como sabe muy bien el mundo de la publicidad y el marketing, suelen “dar bien” en cámara y son líderes de opinión.
  • Tienen gran número de seguidores y admiradores que, de seguro, escucharán con interés los cambios que realicen en su vida para mejorar la situación y salir de la crisis.
Hay un pero, y es que ambos colectivos tienen a muchos de sus representantes (sobre todo los que tienen más seguidores y son más líderes de opinión) poco o nada afectados -en lo económico- por la crisis. De modo que no tendrían una motivación directa para realizar cambios. Es verdad que no sería la primera vez que deportistas y artistas prestan su imagen, trabajo y tiempo de forma altruista para diversas causas. Pero claro, una cosa es un rato o un día de trabajo y otra distinta un cambio permanente en su vida.
    • Perdone un momento (diría yo -interrumpiéndome- si fuese uno de ellos), pero ¿de qué tipo de cambio hablamos?.
Vaya, esa es una buena pregunta: ¿Qué es lo que hay que cambiar en el “modelo” actual para superar la crisis?
Esta pregunta que, con esa terminología u otra similar está en muchos debates, editoriales e informaciones, plantea un problema y es la falta de personalización.
Cuando oigo ¿Qué es lo que hay que cambiar...? no me identifico con la respuesta porque:
1º Instantáneamente, me reconozco como “inocente” en este asunto. Soy una víctima más de no-se-bien qué conciliábulo o trust o grupo de chorizos que nos han metido en este lío. 
2º No me están preguntando a mí. No me están diciendo: ¿Qué tiene usted que cambiar en su modelo actual de vida para superar la crisis?
Y si la cosa no va conmigo...
Está bien, basta de desviar la atención: ¿Qué es lo que hay que cambiar?
Me gusta que esté así formulada porque darle respuesta es más de la mitad de la solución, ya que, para cambiar algo hay que tomar primero conciencia de la necesidad de hacerlo. Esta mañana escuchaba en las noticias que en Canarias hay unos doscientos mil enfermos diagnosticados de diabetes.  Pero se estima que habrá otros setenta mil enfermos que no saben que lo están. En algunos casos lo descubren casualmente y otros cuando ya es demasiado tarde por que acuden al médico aquejados de problemas diversos, que resultan haber sido causados por la diabetes. Obviamente esas personas nunca han intentado curarse, porque nunca han sabido que estaban enfermos.
Luego, responder la pregunta de marras pasa por analizar, reflexionar y tomar conciencia (aceptar) de qué es lo que necesita ser cambiado. Y, oiga, eso no es fácil.
Esta crisis es como un árbol frondoso. Su copa está llena de hojas y tiene muchas ramas. Cada una de éstas tiene un nombre: Adversidad económica, desempleo, frustración, hambre, pobreza, guerras, inflación, deflación, fracaso escolar, aumento de la criminalidad, enfermedades, desequilibrio social...
De tarde en tarde, aparece un jardinero que poda alguna de esas ramas pero, como en la naturaleza, éstas vuelven a crecer si cabe con más fuerza, de modo que, el árbol, es cada día más grande.
Nuestro árbol tiene un tronco único (que para aguantar tantas ramas es bien gordo) y unas raíces que se hunden en profundidad en el terreno.
Cada una de esas raíces tiene también su nombre. Así, está la raíz de la falta de solidaridad, la raíz del egoísmo, la de la avaricia, la de la corrupción, la de la falta de confianza, la de la falta de amor, la raíz de los miedos, la de la ira, la de la mentira, la de la desconfianza, etc. Y ahí, sí se puede actuar con esperanza de éxito (...hay que cortar esto de raíz... dice el dicho).
Dicho de otro modo: eso es lo que hay que cambiar, las raíces...
    • Ahora entendemos (dicen los artistas y deportistas) y nos parece bien pero, muchos de nosotros ya hemos cambiado esas raíces por otras más sanas (como solidaridad, compañerismo y espíritu de trabajo y esfuerzo) sin que haya grandes diferencias en nuestros “seguidores”.
    • Hombre, algo se habrá notado.
    • Sí, pero no de manera generalizada (ni tampoco hemos podido impedir la crisis). Nos parece que hay que plantear este cambio a quienes, con sus decisiones, pueden de verdad hacer que las personas tengamos que cambiar, pues puede que el ejemplo ayude, pero no es tan efectivo. ¿Por qué no le plantean esto a los políticos?
    • No, si ya lo hemos pensado, pero hemos acabado descartándolos...
    • Bueno, pues busquen a personas que con sus decisiones influyan en otras personas. ¿Por qué no se lo proponen a los empresarios?.
¿Los empresarios? hombre, lo cierto es que:
  • No están sujetos al tipo de presiones de los políticos.
  • Si ellos “cambian” cosas en sus empresas, sus empleados han de acatarlas (es decir no es como los artistas y deportistas que “inspiran” cambios).
  • Sus decisiones pueden influir en muchísimas personas.
No me cuesta mucho ver las caras de algunos empresarios: Otra vez nosotros. Parece que la solución a todos los problemas pasa por nosotros.
Señores, no se enfaden. Es comprensible que un país con un paro del 20% mire constantemente a sus empresas y empresarios. Es natural que un país que está a la cola de los de su entorno en productividad por empleado se pregunte qué pasa en sus empresas. No es de extrañar que si ese mismo país está a la cabeza de horas/año trabajadas por persona, piense que algo se ha de hacer en sus empresas.
Pido a los empresarios, un poco más aun de comprensión para con el resto de la población, pues estamos preocupados. Y es que lo del empleo es, para los no versados, un misterio sin resolver. No sabemos bien qué lo hace subir y bajar, si la bolsa, si la fluctuación de las monedas, si las reuniones de los 20 grandes, si lo que decide el banco mundial..., lo que tenemos claro es que si no hay empleo, hay problemas. Las familias que lo tienen (el empleo), no quieren gastar dinero porque no saben cuánto va a durar esto; y las que no lo tienen, por que bastante tienen con buscarlo. El hecho es que, poco a poco, parece que todo se va haciendo más lento y, por decirlo como mi madre que en paz descanse, no nos llega la camisa al cuello.
- Bueno y los empresarios ¿qué podemos hacer?
Si tuviese la respuesta “definitiva” a esa pregunta me ficharían de inmediato en la NASA y dejaría de estar en crisis (yo, no la NASA). No obstante puedo hacer alguna reflexión en la línea de lo que venimos hablando.
Creo sinceramente que la mayoría de los empresarios de España han  hecho lo que han podido y sabido para adaptar sus empresas a los “nuevos tiempos” de crisis:  Revisión de procesos para eliminar los menos productivos o más gravosos, reducción de gastos de todo tipo, ajustes de plantillas... 
Con todo, estamos donde estamos, de modo que quiero pensar que aun se pueden hacer cosas en las estructuras de las empresas, pero no voy a hablar ahora  de las estructuras, si no de las personas.
Los empresarios son personas cuyas decisiones afectan de forma directa a las personas que trabajan para ellos. Un cambio en los “valores” de un empresario le llevaría a efectuar cambios en su empresa y esos cambios sí son ejemplo para otros. ¿Cuántas personas viven con angustia su trabajo? ¿Cuántas cambiarían -si pudiesen- de empleo? ¿Qué dicen las personas que trabajan en empresas con otra “conciencia”?
Claro que no voy a hacer una lista de valores que se pueden cambiar. 
Cada cual tiene la suya. Cada cual sabe -su interior lo sabe- qué debe cambiar (... Alguna ha cometido un crimen sin riesgo, ninguna sin remordimiento... - eran las palabras que Séneca pone en boca de Fedra).
Podría hacer esta reflexión tan extensa como quisiera pero es circular. Puede que la circunferencia sea enorme, pero si la sigo, me llevará de nuevo al comienzo.
Decía Teresa de Calcuta: “Si cada persona limpiase la entrada de su casa, la Tierra sería un lugar ideal para vivir”. 
Si limpio la entrada de mí casa... puede que no consiga que el resto de la humanidad limpie suya, pero, pretenderlo, es un ejercicio de prepotencia. Lo que sí puedo hacer, es limpiar la mía. Sí, la mía. 
- Y ¿Con eso es suficiente?
- Sí. Con eso es suficiente.



jueves, 25 de noviembre de 2010

ARTÍCULO: Motivos para la Formación.

     Los ritmos y velocidades con los que cada empresa imparte formación a su personal son naturalmente distintos pero, hoy día ya casi nadie se cuestiona que hay que darla. Incluso los menos convencidos ven, escuchan y sienten que el mercado cambia, que los competidores se mueven, que la tecnología avanza. Es pues una necesidad que afecta a todos los grados de responsabilidad de la Compañía.

Con todo (y lógicamente) cada empresa tiene SUS RAZONES. Ahora bien, éstas se pueden agrupar en tres tipos:

IMAGEN:
Hay quienes escuchan o leen que cada vez más empresas de su entorno, de su gremio, de su país invierten recursos en formación. Y, aunque no tenga un departamento como tal o bien no sepa qué tipo de cursos son los que mejor se le adaptan, entran a dar formación a su personal.

PRESIÓN SOCIAL:
La presión social puede (suele) ser interna, ya sea por parte de un empleado o un grupo de ellos, o –lo más habitual- por parte de los delegados de personal. Externamente, el recibir mensajes de todo tipo sobre lo efectiva que es la formación para mejorar productividad y competitividad, también es una forma de presión.
En resumen quienes se mueven por alguna de las razones anteriores corren el peligro, bien de escoger las materias que les “suenan” mejor o que “piensan” que les hacen más falta, bien cediendo a peticiones del personal sin mayor análisis de si lo que se va a impartir es lo más adecuado.

Cuando pasa esto existe un alto riesgo de que ante el anuncio de un nuevo curso las personas tengan una reacción parecida a esta:


¡Otro curso no por favor!




CONVICCIÓN:
Afortunadamente son mayoría las empresas que cuentan con departamentos y personas especializadas en el desarrollo de la Formación de los empleados. Se detectan las necesidades en función de las circunstancias de la empresa y de la plantilla y se establecen planes anuales (en algunos casos incluso a mayor plazo) de formación, ajustados y alineados con la estrategia de la compañía.

En esos casos la Formación se convierte en una herramienta que tiene efectos en las personas:

-       Elemento motivador:
Ampliar conocimientos es estimulante para muchos y todo lo que aprendo va conmigo allá donde yo vaya.

-       Aumenta la seguridad y confianza:
Es frustrante y desmotivador reconocerse a uno mismo con poca capacidad o conocimientos para una tarea. Esto afecta de forma directa a la auto-confianza y ésta a la auto-estima, lo que tiene serias consecuencias en el trabajo y en la VIDA.

-       Prepara para nuevas responsabilidades:
Adquirir conocimientos me permite poder acceder a puestos de trabajo que, hasta ahora, me estaban vedados, tanto en el presente como en el futuro.

Y también tiene efectos en la propia Empresa:

-       Eficiencia y productividad:
Personas motivadas, más seguras y preparadas consiguen que la eficiencia y la productividad aumenten.

-       Actualización:
Todos los días aparecen novedades en cada mercado. Los primeros en adaptarse y aplicarlas (o contrarrestarlas) llevan un ventaja ante el resto. La Formación permite “estar al día” de lo que ocurre tanto en áreas técnicas como no técnicas.

-       Nuevas oportunidades:
Tener personas más capacitadas abre nuevas oportunidades ya sea de mejora de lo que ya hay, como de acceso a nuevos mercados. ¡OJO! También esto genera nuevas oportunidades para el individuo si la empresa no reacciona.

ARTÍCULO: La Frontera de los Recursos Humanos

A finales del siglo XIX y comienzos del XX  el economista e ingeniero estadounidense Frederick Winslow Taylor desarrolló un método conocido como “La Organización Científica del trabajo” (o Taylorismo). Estudió con modelos científicos la relación de los obreros con las técnicas industriales de producción, dividiendo de modo sistemático las tareas en procesos y cronometrando las operaciones (hay muchos libros sobre el tema, ya sea analizando el modelo de Taylor en sí, o bien contraponiéndolo a métodos de gestión más próximos a lo que conocemos hoy día).

Eliminando movimientos innecesarios y ajustando los tiempos de ejecución consiguió reducir los costes y el modelo fue rápidamente copiado por la industria, que llegó a pagar menos por cada unidad producida. Esta nueva situación obtuvo una fuerte resistencia entre los trabajadores que convocaron numerosas huelgas contra el uso del modelo de Taylor.

Por otro lado, para que funcionase correctamente era necesario que los obreros fuesen supervisados y surgió una nueva categoría profesional: el supervisor, que controla, organiza y dirige.

No es difícil imaginar las “técnicas de dirección” de equipos de aquellos “jefes”: presión constante, ordeno y mando, gritos…

Esas maneras de hacer están en el fondo del estereotipo “jefe – empleado”. Este modelo viene a resumirse como:
Jefe.
·      Los empleados no piensan.
·      Los empleados son vagos.
·      Los empleados me engañarán si les doy ocasión.
·      Hay que mantener las distancias y aplicar mano dura.
·      Etc.

Empleado.
·      El jefe es un explotador.
·      Al jefe no le intereso, ni le interesa lo que piense.
·      Cualquier propuesta del jefe será para trabajar más o cobrar menos.
·      Nunca te fíes del jefe.
·      Etc.

Por fortuna las cosas han mejorado mucho y hace ya bastantes años que los primeros “pensadores” del mundo empresarial llegaron a la conclusión de que las personas mejoraban claramente su rendimiento si en lugar de ser tratadas con dureza, eran consultadas para temas relacionados con su tarea, tenían capacidad para decidir ciertos aspectos, mantenían relaciones personales de cordialidad…

A partir de ahí se fue poniendo de moda el estimular en los equipos aspectos tales como la motivación, el feedback, la comunicación, etc. Todo, por que hemos llegado a la conclusión (quienes han llegado) de que el mayor activo que las empresas tienen son LAS PERSONAS.

Con ese objetivo las empresas comenzaron a impartir cursos para:

-       Utilizar el estilo de dirección más adecuado.
-       Comunicar mejor.
-       Motivar al equipo.
-       Evaluar el clima organizacional.
-       Aprender a dar feedback.
-       Etc.

Pero en ocasiones esto llega sólo hasta un punto. A esta línea imaginaria la llamo la Frontera de los Recursos Humanos.
La Frontera de los Recursos Humanos se sitúa por encima de los mandos medios de la compañía (no es una constante, pero está en ese entorno). De ahí hacia abajo se pone en práctica todo lo anterior, pero, a partir de ese punto, parece darse por sentado que:

·      Se recibe y se da motivación.
·      Se recibe una buena comunicación y se sabe comunicar.
·      Se da y recibe feedback.
·      Se da y recibe reconocimiento.

Es decir que los estímulos y los conocimientos YA se tienen y la empresas no hacen mucho por mejorarlo.
Se trata, además, de personas a las que se les exige que cuiden todos los aspectos mencionados con SUS SUBORDINADOS, recibiendo (realmente) poco desde sus propios jefes. Y cuanto más se sube en el escalafón, más se acentúa.
Pareciera que una vez que se traspasa la Frontera de los Recursos Humanos, las personas dejan de ser “humanos”, para ser sólo “recursos”.

Cuidar este aspecto genera una clima estimulante en las capas “altas” de la estructura, lo que produce un efecto cascada en la compañía, que es ESPONTÁNEO y, por lo tanto, mucho más efectivo.